Director periodístico: Víctor Hugo Anteparra Reátegui
18 abril, 2024

Mujeres peruanas inician misión de Cascos Azules en país más pobre del mundo

 Mujeres peruanas inician misión de Cascos Azules en país más pobre del mundo

A casi seis años del inicio de una despiadada guerra civil entre las milicias cristianas (anti-balakas) y musulmanas (selekas), la República Centroafricana es hoy un terreno apocalíptico y de horizonte sombrío. El conflicto ha devenido en una situación paupérrima: hay un millón y medio de niños que urgen ayuda humanitaria y una cantidad similar de desplazados de sus pueblos de origen.

El país está signado por un serial incesante de venganzas y asesinatos selectivos de civiles, según sus creencias. Con el miedo conviven allí la falta de servicios básicos, de atención médica y protección. Un 70% de la República Centroafricana estaría bajo combates permanentes, pero casi no hay cifras oficiales de los muertos que resultan de aquello.

En el 2016, cuando la República Centroafricana llegó a su cifra récord de desplazados por año (434.174), el primer contingente de Cascos Azules peruanos, llamado Compañía de Ingeniería Perú, fue asignado a la Misión Multidimensional de Estabilización de las Naciones Unidas en la República Centroafricana (Minusca).

Se trata de 205 militares miembros del Ejército, la Marina y la Fuerza Aérea del Perú, que durante un año cooperan en enfrentar la crisis social de la República Centroafricana unificando sus poblados más oprimidos. Es decir, construyen y rehabilitan vías, aeródromos, puentes y puestos de vigilancia que ha derruido la violencia o la falta de mantenimiento. Su labor, en un lugar del que suelen conocerse solo noticias malas, incluye acciones de seguridad a la población en caso de que fuera necesario.

Tres contingentes de Cascos Azules peruanos han cumplido las operaciones de paz en el país africano hasta inicios de este mes (una por año). La cuarta partirá hoy con el mismo número de integrantes, pero con la particularidad de haber integrado en esta misión a 20 militares mujeres.

El coronel EP Reynaldo Muñoz, jefe del grupo de los 205 agentes que van rumbo al África, había sido hostigado dos veces por Sendero Luminoso cuando patrullaba la carretera que une Satipo con el distrito de Comas, en Concepción, Junín, y otra mientras recorría la margen izquierda del río Ene, como parte de un batallón contraterrorista, pero todo eso era parte de una realidad que conocía.

En Sudán, a donde hace unos años lo destacaron como observador militar, Muñoz curtió su arrojo. Una vez fue rodeado por una milicia rebelde durante un periplo en convoy por las aldeas pobres. Era un lugar remoto y convulso como el que ahora lo espera. No sabía el idioma y apenas conocía la zona. Fue su fina intuición de comando la que lo haría sortear ese y otros fuegos cruzados junto con el contingente egipcio que le daba seguridad.

-El factor femenino-

Desde mañana, el coronel Muñoz estará al mando de los Cascos Azules peruanos en la ciudad de Bouar, donde está el puesto de comando de la Compañía de Ingeniería Perú y donde la temperatura puede llegar a los 38 grados incluso con lluvia. Bouar está a 14 horas en bus de Banghi, capital de la República Centroafricana.

“Vamos a hacer un trabajo social, pero el riesgo es latente en todo momento. Si la compañía debe hacer valer el nombre del Perú, lo hará”, declaró.

Según el oficial, lo mismo que la guerra y la ausencia de servicios básicos, el machismo es un factor de flagelo en el país que recibirá al cuarto contingente nacional. La capitán FAP Vanesa Mondragón, encargada de las labores de psicología en la misión, explica que el rol de la mujer allá se circunscribe al trabajo diario para la manutención del hogar, además de las tareas domésticas. Su figura está reprimida y no tiene mayor participación en otras actividades.

La misión peruana ha incluido a personal femenino este año para conseguir un acercamiento con las mujeres centroafricanas. Esto no sucedió durante la participación de los contingentes peruanos anteriores, donde todos fueron hombres. Además, las integrantes de la Compañía Ingeniería Perú asistirán a la mujer centroafricana en sus denuncias y a través de las campañas de ayuda humanitaria que emprenderá la ONU. La capitán Mondragón asegura que la República Centroafricana registra hoy en día un 36,5% de feminicidios.

El personal femenino de los Cascos Azules peruanos en esta operación de paz también es parte del área de Instrucción, Operaciones y Planes, que dará seguridad a la compañía, y de la Oficina Técnica y de Topografía, a cargo de las edificaciones verticales y horizontales. Hay dos traductoras, una médica, una especialista en mecánica, una en refrigeración y otra en comunicaciones.

La misión peruana buscará dar un nuevo aliento al país más pobre del mundo y al que es considerado uno de los peores para ser niño. El Unicef estima que este año más de 43.000 menores de 5 años ahí estarán en alto riesgo de muerte por desnutrición aguda. Más que un aliento, un respiro.

FUENTE: EL COMERCIO PERÚ

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