En la cola nos separamos

Los mercados de abasto y supermercados son y seguirán siendo por un tiempo, los principales puntos de aglomeración en el Perú. Ante situaciones de emergencia son muchos los que acuden a dichos lugares, a comprar productos y alimentos sin control, sin pensar realmente en lo que necesitarán y en las consecuencias de no desarrollar de manera correcta este proceso.
El anuncio del estado emergencia trajo consigo la restricción necesaria de ciertos derechos para preservar la salud y el bienestar de todos los peruanos.
Se ha impedido que las personas transiten o se movilicen con normalidad dentro del territorio nacional. Se ha impedido que las personas se reúnan o accedan a locales privados o públicos. Las personas pueden ser detenidas sin mandato judicial por la Policía Nacional del Perú con auxilio de las Fuerzas Armadas, si es que actúan de forma tal que pongan en riesgo los fines del estado de emergencia.
Se especificó también, que las salidas serían para abastecerse de productos de primera necesidad, como medicamentos y alimentos y que solo podrá hacerlo una persona por familia. Ahora más que nunca, necesitamos solidaridad, esperanza y voluntad política para superar todo esto, pero no, como siempre el peruano y su palomillada, el actuar sin pensar, sin tener en cuenta las consecuencias, dejando prevalecer el egoísmo, y solo buscar satisfacer esa necesidad de darte una vuelta por el mercado porque en tu casa ya te aburriste y para que no nos llamen la atención, “en la cola nos separamos” y adentro nos juntamos.
Los hospitales, postas y centros de salud son escasos. En las zonas alejadas de las capitales los pocos que existen carecen de personal, equipos, medicinas. Esta es la situación por la que atraviesa San Martín en estos momentos, los hospitales al igual que las calles, siempre llenas, una injusta situación para aquellos que arriesgan su vida por la de otros.
Suena fuerte, pero es la realidad. “Este es un virus democrático, no discrimina a nadie” se escucha a muchos decir en las calles y se lee a menudo en redes sociales, al final todos nos vamos a ver afectados, incluso si jamás llegamos a contagiarnos, porque el impacto no es solo en la salud.
Ahora nos tenemos que acostumbrar a una nueva manera de vivir y afrontar la pandemia con responsabilidad. Recordemos que a veces el peor enemigo que tenemos, es nuestro propio actuar egoísta e irresponsable.
Por: Jhonatan Cárdenas Guerra
Fotografía: Diario El Comercio